domingo, 4 de agosto de 2013

CASTILLO DE BARCIENCE

Barcience fue una zona fortificada desde los siglos XI y XII. En el siglo XIII pasó a manos de la Orden de Santiago y fue cedido por su Gran Maestre, don Enrique IV de Castilla, al adelantado don Alfonso Tenorio, cabeza de la familia de los Silva, Condes de Cifuentes desde 1454. Estos construyeron el castillo en el siglo XV. La construcción del castillo la comenzó Juan de Silva y su nieto fue quien la concluyó. En el siglo XVI fue provisto de artillería y guarnición.

De los Silva paso a las casas ducales del Infantado, de Osuna y de Pastrana. Los duques de Pastrana donaron el castillo de Barcience al papa León XIII, quien lo vendió posteriormente a un particular, junto con el término y el pueblo. El particular en cuestión se trata de la familia Calderón, concretamente en la figura de don Cirilo Calderón, hombre de negocios que junto con la enorme finca de Barcience en la que se incluía el Castillo de Barcience adquirió el Palacio de Barcience a la familia vizcaína de los Taramona y consiguió con su elocuencia y buena visión para los negocios hacer de Barcience y concretamente de sus fincas un autentico emporio en lo que a explotación agropecuaria se refiere. En la actualidad toda la grandeza de aquella explotación agropecuaria esta en manos de don Roberto Barthe Calderón, biznieto de don Cirilo Calderón.

No existe documentación que implique a este castillo en ninguna acción bélica, por lo que ha sido utilizado principalmente y a lo largo de los siglos como mansión señorial.





Características

El castillo de Barcience es de planta casi cuadrada. Destaca su torre del homenaje, de forma cuadrada. En su muro exterior hay grabado un enorme león rampante, que es el emblema de la familia Silva, condes de Cifuentes.

En los ángulos de la parte posterior hay dos torres cilíndricas. En la parte anterior queda a un lado la torre del homenaje y al otro una torre rectangular de mayores dimensiones.

El interior del castillo está totalmente destruido, aunque hay pruebas de la existencia de dos plantas y los adarves que recorren las murallas de una a otra torre.

Debió tener foso y una barrera, de la cual sólo quedan dos cubos que protegían la puerta de entrada al recinto.