domingo, 13 de octubre de 2013

La Vereda


En sus orígenes medievales La Vereda perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. En 1278, la cercana Villa de El Vado incorporó a Matallana, La Vihuela y La Vereda a su propio municipio. Afectado El Vado por la construcción del embalse del mismo nombre, hacia el año 1954 su ayuntamiento se trasladó a la aldea de La Vereda .

En el año 1972 los tres pueblos pasan a depender del Ayuntamiento de Campillo de Ranas debido a la expropiación forzosa realizada por el ya desaparecido Instituto de Conservación de la Naturaleza (ICONA), con el objetivo de reforestar la zona. En 1983 se disuelve el ICONA y la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha se convierte en el nuevo propietario de la aldea.

En 1976 un pequeño grupo de arquitectos de Guadalajara y Madrid, evitan que el ICONA derribe todos los edificios de La Vereda y Matallana  para proseguir con la reforestación. Este mismo grupo decide crear poco después la Asociación Cultural La Vereda, a la que se otorga, en concesión libre y pública, el arrendamiento del pueblo, junto con Matallana, para proceder a la rehabilitación y reconstrucción de los edificios mejor conservados.






La Vereda es un magnífico ejemplo de arquitectura negra, donde la utilización intensiva de pizarra en muros y tejados es la característica dominante. La pequeña iglesia de planta única y espadaña triangular se sitúa en el centro de la aldea, en torno a la cual se agrupan casas de una y dos plantas con hornos adosados a las fachadas y grandes chimeneas de pizarra. En la parte sur del pueblo hay un grupo de teinadas (parideras y cobertizos para el ganado) muy bien construidas, algunas de ellas sin rehabilitar.

Desde 1977 el trabajo de la Asociación Cultural La Vereda está devolviendo la vida a la zona. Su labor se ha centrado en la recuperación de la arquitectura popular, cultivos autóctonos, fuentes, mobiliario doméstico, herramientas de labor y demás utillaje. A día de hoy, la asociación cuenta con unos 30 socios que trabajan conjuntamente en la reconstrucción y mejoras del pueblo





















Mientras recorríamos la aldea con la cámara y disfrutábamos inmortalizando su belleza, nos preguntábamos como sería el día a día en un lugar como este, y como no, surgieron las comparaciones, los avances tecnológicos, la comunicación, el progreso en definitiva al que estamos hoy acostumbrados me hace mirar atrás y observar cuanto hemos avanzado, sin embargo en mi fuero interno estoy convencido de que tanto avance nos ha dejado muy por detrás de las gentes que habitaban estos lares, gentes dotadas de unos principios y unos valores que hoy ni siquiera alcanzamos a comprender


domingo, 15 de septiembre de 2013

Monasterio De Bonaval

Este monasterio cisteciense fue fundado en 1164 por el rey Alfonso VII de Castilla. El rey simpatizaba con la orden cisterciense, así que concedió permiso a una congregación de monjes para vivir "de prestado" (velut precarium) en aquel valle. Aparte de mejorar las relaciones con la orden de Claraval, el rey conseguía así repoblar una zona ganada durante la reconquista. De esta manera también evitaba una posible (aunque improbable) invasión musulmana en la zona. Los primeros monjes vinieron del monasterio de Santa María, en Valbuena de Duero (Valladolid), actual sede de la fundación Las Edades del Hombre.

 En 1175, Alfonso VIII cede definitivamente los terrenos a los monjes, dándole estabilidad definitiva. Con el tiempo el monasterio obtuvo grandes extensiones de terreno a través de herencias. Incluso los reyes Alfonso IX de León y Alfonso X el Sabio confirmaron los privilegios con los que contaba el monasterio. En este tiempo el monasterio era una entidad autónoma, una abadía que funcionaba independientemente de las demás, hasta que ciertas reformas dentro de la orden hicieron que perdiese esa categoría y pasase a depender de la Congregación Cisterciense de Castilla, bajo el control de los monjes del Monte de Sión, en Toledo. Este hecho demostró que pese a los privilegios de los que disfrutaba, Bonaval no era un centro demasiado importante.




En cualquier caso, Bonaval era un ejemplo de tranquiidad y buen funcionamiento. Dada su situación y su ambiente, se convirtió en un lugar común de retiro para los monjes más ancianos de la orden en Castilla. Allí se dirigían para pasar sus últimos años disfrutando de la paz del lugar.

En el S. XVIII Felipe V ratificaba la exención del pago de impuestos del monasterio, para que los monjes siguieran dedicándose a la oración y no tuviean que preocuparse de nada más. Durante la Guerra de la Independencia el monasterio quedó intacto, pero debido a la desamortización de Mendizábal el monasterio quedó abandonado. Fue vendido en 1821 a particulares que no se molestaro en conservarlo, y desde entonces ha estado abandonado, y las ruinas que vemos hoy es lo que ha sobrevivido a casi dos siglos de abandono.

La mayor parte de las riquezas del monasterio han acabado vendidas entre anticuarios y coleccionistas, y sólo unos pocos objetos se han trasladado a otro lugar de culto: la parroquia del cercano pueblo de Retiendas.